Por: Yurley Parra.
Publicado en el noveno número del periódico de La Carreta Biblioteca.
Desde inicios de nuestra existencia los seres humanos utilizamos diversas maneras para comunicarnos tales como pintar, leer, hablar, escribir, gesticular, sonreír entre otras, maneras que han sido impulsadas por una motivación de querer ser escuchados, querer difundir nuestras opiniones, ideas, conocimientos, criticas etc. Esta misma motivación ha permitido crear diferentes espacios utilizados como herramientas o medios de comunicación que permiten proyectar una opinión a grandes y diferentes masas; sin embargo en el transcurrir del tiempo siempre el pensamiento humano rebelde, soñador, innovador, elocuente se ha visto opacado por los intereses ocultos que envuelven a nuestras más útiles “herramientas de comunicación”, donde el derecho a comunicarnos se ve aplastado por intereses particulares.
A fortuna de muchos actualmente el mundo globalizado nos permite interconectar culturas, saberes, experiencias y sobretodo opiniones de escenarios distintos en el mundo, sin restricciones, pero es importante cuestionar la realidad de conciencia que tiene cada persona respecto a la opinión de un tema, porque mirando a fondo con tanto acaparar los medios de comunicación nuestros espacios es difícil identificar qué opinión o critica es nuestra, que opinión o critica es propia. Por tal razón es necesario desplegar miles de posibilidades y cuestiones acerca de un tema, acerca de una idea, acerca de una noticia y definir o defender nuestro opinar antes de permitir que una oleada de periódicos, noticieros, twitt, publicaciones, la definan por nosotros.