Por: Estefanía Vargas Lanza
Con mucho entusiasmo llegamos una vez más a la Vereda Santuario, Sector Los Tunos del municipio de Ramiriquí, Boyacá. Luego de un año de la última visita de La Carreta Biblioteca a esta comunidad en un anterior proyecto, nos vimos a los ojos, en especial con las niñas y niños y de inmediato llegaron los felices momentos vividos. A pesar de tener un tema desconocido por contar, lo que sí teníamos seguro es que el principal objetivo de nuestro encuentro estaba ocurriendo, reencontrarnos, para compartir, sonreír, jugar, leer, aprender, enseñar y ser felices.
Y así fue, esta vez entre todos plasmamos el territorio, niñas, niños y adultos dibujaron sus casas, los cultivos que dan el sustento, las mascotas, los familiares, los lugares favoritos y los no tan favoritos se quedaron sin dibujar, lo que por supuesto nos permitió escuchar de la mano de los protagonistas el sentir de su terruño y hacia los paisanos con quienes lo comparten.
En la cancha de futbol primero, en la casa de la Tía Concha después, nos reunimos en comunidad para bordar, y que magia la desatada, porque ahí en el silencio y concentración de cada puntada relució el secreto: todos somos el tejido y el tejedor. Prendedores bordados de llamativos colores, hechos con hilos de solidaridad para compartir este arte, paciencia para lograr el objetivo, tanto el individual como el común, creatividad para encontrar alternativas, mucha conexión y unión para reconocernos y recrearlo todo, sin limitación alguna mientras se goce de la buena compañía de vecinos y familias.
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